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domingo, 19 de febrero de 2012

Manifestación agridulce pero...


Confieso que, después de la mani, he regresado a casa con un sabor agridulce. He podido comprobar el vigor de muchos militantes de izquierda – entre 5.000 y 12.000 según los contables -  que están siempre dispuestos a la lucha. Yo mismo creo que hoy era un día idóneo para mostrar el descontento. En pocos días hemos visto como se evaporaban importantes derechos de los trabajadores. El equilibro entre empresarios y trabajadores en las empresas, conquistado pacientemente durante décadas, ha quedado hecho trizas, a favor del empresariado, con el decreto-ley del Gobierno del PP.

Eso forma parte del haber. En el debe me he puesto los cientos de miles de personas que lo pasan mal y que, en sus casas, ignoraban que se estaba produciendo una manifestación en  la que también se reivindicaba sus derechos. Esa gente que cuando el PP hace una trastada gorda reacciona contra la clase política en general, reprochando que todos son unos vividores que ignoran los problemas de la ciudadanía.

Me aborrona que la tarea que le queda a la izquierda sea similar a la de hace 130 años cuando el primer objetivo de Pablo Iglesias era concienciar a los trabajadores  que debían comprometerse en la lucha. Está claro que en España la tarea política de la izquierda está poco recompensada. Como el mito de Sísifo, pasas años subiendo una enorme piedra a la cima de la montaña y, apenas, llegado, te la tiran abajo y vuelta a empezar. Así durante más de un siglo...

Pero si hay que empezar de nuevo... ¡Pues a empezar de nuevo!

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