Una de las fotos que transitan
esos días con más fortuna por todo el mundo son dos tiburones que, lanzados por
el oleaje del huracán Sandy, acabaron en el metro inundado de Nueva York. Siento
decepcionar a los más ingenuos pero es un tosco montaje de calibre similar al del submarinista
encontrado en lo alto de un pino, absorbido del mar por un avión de
la lucha contra incendios y lanzado sobre un bosque ardiendo.
La Red rebosa de basura.
Circulan PPTs de fotos, música y textos de García Márquez o de Vargas Llosa
absolutamente falsos o artículos de Vicenç Navarro adulterados con añadidos
comprometedores. Gran parte parte de información de la Red es low cost sin la
manor garantía de seguridad. Pero no por ello se evitan a diario millones de debates y comentarios absurdos basados
en informaciones inventadas del todo o, lo que es peor, en verdades a medias. Por
supuesto, todas ellas derivadas de los diversos intereses del emisor, que jamás son nobles.
Ya sé que hablar de
regularización en la Red es mentar el diablo. Igual que en una reunión de
banqueros. Pero de seguir así vamos directos a la paradoja gozar de la sociedad con mayor
volumen de información de todos los tiempos y, a la par, la más
desinformada. Diría incluso que idiotizada.
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