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martes, 17 de enero de 2012

Si un pobre come merluza...


“Si un pobre come merluza... es que uno de los dos está malo”, afirmaba un dicho surgido en los años del hambre de la postguerra española. La composición de las estanterías de las grandes superficies de alimentación ofrecen un  pulso sociológico mucho más preciso que los estudios del CIS: la alimentación más cara se hunde, lo barato triunfa. Lo confiesan los gerentes de los supermercados: el pollo se impone a la ternera y, por supuesto, domina con soltura a la merluza fresca. La dependienta del clubdelgourmet tiene tiempo para limarse las uñas.

Es un dato insólito en Europa desde después de la II Guerra Mundial: gran parte de una generación es más pobre que la anterior y se alimenta, no sé si peor pero, seguro, más barato. Un paso atrás descomunal.

Hace solo una década, los jóvenes se quejaban de ser prisioneros del mileurismo. Hoy matarían por recuperar esta condición.

Y no estoy tan seguro de que la mayoría de víctimas se pregunten el porqué de la situación ni que estén dispuestos a exigir responsabilidades a los auténticos culpables.


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