Tampoco
parecía creíble que el avión de Spanair del accidente de Barajas de 2008
capotara porque los flaps del ala no se extendieron: un mecanismo simple que casi podría funcionar con varillas de alambre. Hubo 150 muertos.
Un Airbus de
Air France se accidentó aquel mismo año porque
el hielo impidió el correcto funcionamiento de los anemómetros que medían
viento y velocidad. Un prodigio de la última tecnología se desploma en vertical
sobre el Atlántico por unas piezas no muy diferentes a otras que se venden en
Leroy Merlin.
Creo que la
tecnología no tiene sentimientos. Si los tuviera, la humildad tendría que estar
entre los más intensos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.