Ayer fue un
día extraño. Los cazas mediáticos nos bombardearon con panegíricos y
botafumeiro sobre Manuel Fraga mientras el cardenal Rouco concelebraba el
funeral con quince sacerdotes. En este país la muerte blanquea las más opacas biografías.
Loan que, procediendo del franquismo, el gallego abrazó la Constitución y la
democracia. ¡Vaya hazaña! Qué otro camino le quedaba... ¿echarse al monte?¿un
golpe de Estado? He llegado a leer que fue quien descubrió las posibilidades
turísticas de España... Dos días más de apología y habrá pisado la luna antes
que Amstrong, Collins y Aldrin... ¡Seguro!
Mientras
tanto, estos mismos medios dejaban en un segundo plano el juicio contra el juez
Baltasar Garzón. No soy docto en leyes
pero la simple observación del espectáculo me sitúa el mundo al revés: A pesar
de las evidencias, los responsables de la trama Gürtel y de sus tentáculos
corruptos están en la calle y el juez que los destapó, sentado en el banquillo
con riesgo de prisión, acusado ante un Tribunal.
Lo dicho, día extraño.
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