Rubalcaba ha
dado en Palma un fino análisis sobre la voracidad de la derecha española, sin
paragón en Europa y solo comparable a la del Tea Party.
Tras el franquismo, la derecha de origen
fascista no solo pierde el poder sino la capacidad de convocatoria en la
Transición. El protagonismo democrático es del centro y la izquierda. Por ello, la estructura del nuevo Estado, comenzando por la
Constitución, tienen un claro tinte de valores progresistas. Valores que se
consolidan tras los 14 años de Gobiernos de Felipe González.
Aznar llega
al poder para montar la “segunda Transición”. Eso significa borrar casi 20 años
de avances progresistas y situar a España donde hubiera estado si la arquitectura democrática
la hubieran construido los franquistas evolucionados y sus descendientes.
El proceso
se les interrumpe con los imprevistos ocho años de Gobierno ZP y ahora, de
nuevo, con Rajoy como estandarte, vuelven
con la consigna “nunca más gobiernos de izquierda”.
Un hecho objetivo
corrobora la interpretación: España es el único país europeo donde no existe un
partido de extrema derecha. Los hijos y nietos ideológicos del franquismo están
albergados cómodamente en el PP.
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