En un honorable
marco de libertad de prensa y de expresión, la derecha domina con comodidad la
geografía de la comunicación. El concurso de acreedores de “El Público” es la
puntilla que arrastrará al único periódico de izquierdas superviviente. Todo el
sector atraviesa por serias dificultades, pero solo cierran los medios
progresistas.
Se suele
sostener que no hay prensa de izquierdas ni de derechas sino buena o mala.
Siento discrepar porque entre adultos es ridículo jugar a los Reyes Magos. La
objetividad periodística es un valor ajado por tanta manipulación. En el mejor
de los casos la famosa equidistancia informativa se suele entender como “media
página para los nazis y otra media para los judíos”.
La derecha
comunicativa arrasa, y va a más, por la sencilla razón de que es uranio
enriquecido para la bomba atómica de los neoconservadores.
Se me dirá
que siempre queda el fenómeno emergente de las redes sociales. Lo siento, para
eso tampoco me sirven: peguen una ojeada
a los comentarios de los digitales y verán el apocalipsis. Un sabio necesita un
gran altavoz y un idiota un bozal. En la red todo el mundo tiene altavoz y,
además, el idiota va disfrazado de sabio. Y como siempre, la derecha también se
aprovecha de ello.
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