Algunos
desconocedores de la fauna humana balear me preguntan por el vejete
dicharachero y risueño sentado junto al circunspecto y taciturno Matas en el
juicio del Palma-Arena.
Es Antonio
Alemany, a quien la mayoría de medios presentan como el periodista que loaba, en un periódico de Palma, los discursos del presidente encausado y que él mismo, como
“negro”, había preparado. Con una
destreza inhabitual en la profesión, este gran profesional cobraba del medio y del
Gobierno. Los neoliberales saben mucho de estas cosas.
Lo insólito,
sin embargo, es que en un combate de esgrima dialéctica a la vieja usanza, el
Sr. Alemany amenaza al director del citado medio con algo que tiene toda la
pinta de ser una bomba que convierta en enano el caso Palma Arena.
Habla de
vinculaciones entre la propiedad del periódico y la empresa que ganó el
concurso del Hospital de Son Espases. Se refiere a “un lado oscuro, todavía no
investigado”, en la turbulenta adjudicación de las millonarias obras . Y, promete, desafiante, “un ajuste de cuentas” sobre este asunto. ¿Se
abre un nuevo acceso a las alcantarillas del poder? La bomba puede ser
atómica... o fétida. O ambas cosas.
La amenaza está despositada en:
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