Confesémoslo: la bonanza económica produce un poder anestesiante sobre la voluntad de las personas y en el nervio social. La crisis actual nos ha echado un cubo de agua fría en la cara y, al despertar, comprobamos que hay que volver a luchar de nuevo en primera línea por valores guardados en el desván de la conciencia: la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad… Algo así como “volver a los viejos tiempos”, tan queridos a quienes ya pensábamos en emprender el camino hacia cocheras.
Con el despertar también evidenciamos que hace siglos que los tiempos no cambian: el abuso del poderoso contra el débil se perpetúa aunque muda con la moda de cada época: los ricos gordos y con chistera de las imágenes satíricas de principios de siglo XX son los mismos de hoy, pero con cuerpos de gimnasio caro y trajes de armani.
Y, como todo sigue igual, volvamos a la lucha. Como siempre, no hay nada que perder y mucho que ganar.
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