Adelanto mi respeto por cualquier rito religioso,
social, gastronómico o deportivo, pero confieso que la noticia de la primera
mujer mallorquina que ingresa en la Orden
de las Vírgenes Seglares me ha sorprendido. Es más, admito mi ignorancia: creía
que la relación de la Iglesia con el tema de las vírgenes se limitaba a los
buñuelos y a las serenatas y que la virginidad, así como la castidad, era voto de curas y monjas ordenados pero no de seglares.
El obispo Murgui ha querido tomar las riendas de la
orden personalmente y advirtió a la mujer que “debes perseverar toda la vida en
la virginidad (...)”. También añadió en su homilía que esa orden tiene “un gran
presente y futuro”. A la virgen manacorina le acompañaron otras cinco vírgenes
procedentes de Madrid, Cuenca, Tenerife y Solsona. Desde luego, a juzgar por las fotos de prensa,
la Seo de Palma estaba llena.
Miro la hoja del calendario para
cerciorarme que estamos en 2.012 y vivimos en un país europeo. Parece ser que
sí.
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