Los resultados de Andalucía son un balón de oxígeno para el PSOE. El PP, en su avance demoledor, queda frenado en un territorio clave. Las cosas, sin embargo, no ocurren por casualidad sino que existen tres referencias clave a mi entender.
Una. El PP lo ve ganado, opta por la soberbia, la suficiencia, y apuesta por Arenas, que sufre su ... ¡cuarto revés!
Dos. Griñán apela al orgullo de los votantes socialistas. Ya no es una batalla de programas políticos (desprestigiados en un lado y en otro) sino de sentimientos. Con eso da la vuelta de última hora a las encuestas.
Tres. La militancia del PSOE andaluz ha batido el cobre como siempre pero más que nunca, trabajando con organización, unión y fuerza. En ningún momento arrojaron la toalla a pesar que Demoscopia, hace solo una semana, situaba al PP con 4 diputados encima de la mayoría absoluta.
En política lo importante no son las cosas que ocurren sino la percepción que de ello llega al votante. La izquierda ya tiene donde agarrarse: la gente de buena fe se siente engañada, ha descubierto el lobo debajo de la piel cordero y ha puesto un STOP al PP.
Las clases medias, los trabajadores, los jóvenes y los mayores, todos, sabíamos que nos encontrábamos ante una situación difícil. Pero desde que gobierna el PP nos sentimos, además, inseguros e indefensos, que es lo peor que nos puede ocurrir. Hay que recuperar a toda costa esa seguridad y nadie más que el PSOE puede hacerlo. Si la ciudadanía asimila este relato, el PP lo pasará muy mal.
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