El PP de Palma, liderado por Rodríguez, con Bauzá de monaguillo obediente, comenzó
por bloquear el acuerdo con el Govern Antich sobre la Playa de Palma y acabó dinamitándolo.
Con la pertinente manipulación mediática, sacó los vecinos a la calle para crear
artificialmente la sensación de alarma social.
El proyecto de la Playa de Palma, seguramente perfeccionable, fue el primer
intento serio de reinventar el turismo en Mallorca. Debía basarse, como es
natural, en un consenso político, institucional y social.
Rodríguez, llevando
de la mano a Bauzá, aplicó su estrategia a la perfección: creó un problema por
cada solución que planteaba el Govern socialista. El objetivo era arrasar el
proyecto y sembrar de sal la hacienda. Lo consiguió.
Cuando estamos a la puerta del primer año de gobierno popular en Baleares
ya sabemos cuál es la alternativa del PP sobre la renovación de la Playa de
Palma: la nada.
A la hora del trabajo en positivo, ni saben ni quieren.
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