Por mucho que hagamos con el déficit, lo encontrarán insuficiente si no desmantelamos los servicios públicos |
El revelador artículo de Paul Krugman en ELPAIS del
domingo es la prueba del 9 de que a la derecha global el famoso déficit le
importa un rábano. Es, simplemente, una tapadera del objetivo esencial:
desmantelar el bienestar de las clases medias y de las más débiles para obtener
así más beneficios.
Pone el ejemplo de Francia, vituperada por agencias de
calificación, comisarios europeos y voceros del neoliberalismo, que anuncian
las siete mil plagas sobre la economía gala. El pecado de Hollande no es otro
que reducir el déficit con la subida de impuestos a los poderosos en lugar de
recortar servicios públicos a las clases populares. La realidad constatable es que su
déficit y su deuda se encuentran en los niveles cómodos, solo mejorados por Alemania.
El comisario Oli Rehn, adalid del recorte de sueldos en
España, cobra al mes 23.000 € más dietas. Ese señor se ha desgañitado
reclamando el equilibrio del déficit para devolver a prosperidad que él y los
suyos nos arrebataron. Y cuando Francia consigue buenas cifras, le dice que
no vale, que si no desmantela los servicios públicos no vale y que tiene el
futuro muy negro. Han salido perfectamente retratados.
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