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jueves, 16 de mayo de 2013

¿Será verdad que el tiempo pone a cada uno en su verdadero lugar?


Hoy se pagan los viejos tiempos de alegría en la navegación de recreo.
Releer el libro del pasado da vértigo. Sólo han pasado trece años pero la crónica de la entrega del yate “Fortuna” al Rey, por gracia del Govern de Matas y un puñado de empresarios en su mayoría hoteleros,  compone un preciso retrato en sepia.

El dadivoso Matas, que aportó 500 millones de pesetas (dinero público, claro) está hoy condenado a pena de cárcel y tiene una apretada agenda de juicios pendientes, entre ellos su generosidad (también con dinero público, obviamente) con el yerno del Rey.

El Rey manda el Fortuna a desguace para que no lo manden a él.

Los empresarios hoteleros, que ya iban camino de rebotarse con la ecotasa, desembolsaron 2.500 millones de pesetas de entonces para que el monarca y su familia navegaran por las tranquilas aguas de Baleares. Los Escarrer declararon que el barco era espectacular. El año pasado una inspección les descubrió decenas de trabajadores sin contrato en un hotel de Calviá. No se tienen noticias de que hayan realizado aportación económica alguna a familias en paro.

El tiempo coloca a las personas en su sitio. Aunque a esos les da igual.

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