Foto de Roswell Angier. Boston 1960 |
No participo
de la desmoralización colectiva ante el afloramiento masivo de casos de
corrupción. Muy al contrario, me lo tomo como un signo de salud democrática y
de seguridad de que los abusos no quedan sepultados bajo el silencio mafioso.
Tampoco
participo de la indignación y la descalificación del sistema político en
general porque me parece sacar consecuencias absurdas en el silogismo. El
pasado año hubo en España 220.000 condenas
por delitos penales, con casi 400 homicidios… ¿Debemos concluir por ello que la
sociedad española en su conjunto está enferma y maldecirlo?
Por otro
lado, no hay que engañarse: España está en la franja baja de los países
europeos en conciencia contra la corrupción. La prueba empírica la tenemos cada
dos años: no se castiga electoralmente a los partidos implicados mayormente con
la corrupción. Sobre todo si son de derechas.
Menos abominar
del sistema con indignación y más avanzar en medidas de control democrático anti fraude.
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