Un reportaje publicado en El País Semanal ayer domingo rememoraba la pifia
con poca gracia de Bauzá sobre “lo que vamos a hacer” y que la incluyo por si
aún queda alguien que no la haya visto. El analista la presentaba como todo un
ejemplo de “simple y llanamente, no decir nada”.
Argumentaba que casos como
este explican la desconexión de la política con la ciudadanía, que empeora
cuando “muchos políticos nos hablan de su servicio a la gente cuando
escenifican a diario todo lo contrario”. Y Bauzá como gran estrella a nivel
estatal.
Decididamente, esta tierra no tiene mucha suerte con los presidentes del
PP. La campana de la prescripción salvó
a Cañellas del caso Túnel de Sóller; un olvidado Soler duró unos meses en la
presidencia porque los suyos lo echaron; Matas tiene una condena de cárcel
por corrupción y de Bauzá se dice, de momento, que habla por boca de ganso. Ya veremos como acaba el feo asunto de las sociedades deficitarias que
administraba y que no declaró, como era su obligación, en el registro del
Parlament. No creo que escape al destino de sus antecesores.
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