Entre estas dos imágenes
apenas ha transcurrido un año. Aquel Bauzá que se presentaba en campaña como la
solución “moderna” para acabar con el paro, pagar a los acreedores en 25 días y
generar la confianza económica es hoy un ser huraño, misántropo y con tendencia
al cesarismo, con más tendencia al neroniano que al augusto. ¿Las causas del
cambio? He ahí un apunte.
Si hay que hacer caso a
las informaciones de Matías Vallés en DM, Bauzá debe tener cierta angustia
pecuniaria. La hipoteca del piso de la Muralla (350.000 euros), la empresa de
vinos que administra está en quiebra (deudas de 330.000 euros) y la supuesta donación que
ronda entre el alcantarillado y IB3 (140.000 euros) componen una cantidad inquietante.
Siguiendo en el plano personal creo que le afectan los numerosos perfiles
insultantes de Facebook que le han montado.
La incapacidad suele ocultarse
tras la arrogancia patética. Sólo así se pueden asimilar algunas de sus intervenciones circenses como la publicada aquí mismo. La
frustración genera rabia y agresividad. No hay otra explicación para las salidas
de tono que emplea en el Parlament cuando la Oposición ejerce su función de control
del Gobierno. Se comporta como si le
hubieran arrebatado la mayoría absoluta:
a dentelladas.
Si todo ello se le añade
que se trata de una persona con una piel democrática muy fina y que está
expuesta a las dificultades para explicar lo que dijo que sería y lo que es,
tendremos una primera aproximación a las diferencias entre las dos fotos.
La mayoría de estas
apreciaciones han sido corroboradas por, al menos, dos militantes del PP.
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