El pasado
año viví una espléndida y agradable jornada de Sant Jordi en Barcelona.
Mientras procedía al aseo matutino tuve ocasión se seguir con el rabillo del
ojo una tertulia en TV3. Un moderador y cinco participantes estuvieron dando
cuerda sin tregua a lo que llamaban El Procés. Me costó deducir que no hablaban
de Kafka sino de la independencia de Catalunya. Lo insólito fue que no hubo la
menor voz discordante en los 20 minutos que seguí el programa; unanimidad en que “hay que irse porque Madrid nos mata”.
Me recordó un programa
similar en la TV Cubana, de principios de siglo, en torno al caso Elián
González. Un moderador – en sentido estricto era un eufemismo – encendía a los
ya calientes contertulios contra el malvado imperialismo yanki. Concluí que TV3
había vivido tiempos mucho mejores, cuando era modelo de calidad y equidad. Esta misma semana los
trabajadores han presentado una queja. Cuesta mucho consolidar un
medio pero se derriba en dos minutos.
En el otro
lado, ABC publicó ayer una foto de la mani con Pujol al frente (era de años
anteriores) con la mayor perversidad periodística. No hablemos de los titulares
ni, por supuesto, del tratamiento de la V por Telemadrid…
Los medios
de comunicación suelen ser un espejo en los que se refleja cada país. En ese
caso nos da idea de por dónde van los tiros o, de momento, los mamporros. Y mientras, Rajoy con su Bárcenas a cuestas y Pujol
paseando a su familia. Ambos como si nada, entreteniendo al personal con la animada
independencia hacia un camino sin salida. El paro, la pobreza y el sufrimiento,
abandonados en la cuneta.
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