Una relación basada en grandes contradicciones. Foto Tadeus Rolke (1958) |
1. ¿De
dónde procede el actual distanciamiento entre los políticos y la ciudadanía?
Respuesta: de un imposible. Ocurre como con los hijos, que los padres quieren
que sean lo que ellos jamás fueron. La sociedad pone sobre la espalda de los
políticos expectativas exageradas y contradictorias.
2. Se
les exige, como es obvio, que no sean corruptos pero no se castiga
electoralmente, como no es nada obvio, a los corruptos.
Se
les exige que sean personas preparadas en todos los campos, formadas en la
excelencia, muy informadas, con dedicación absoluta... pero que cobren sueldos de
nivel medio bajo.
Se exige a los servidores públicos que pierdan su intimidad, que expongan sus interioridades desnudas ante la crítica de la opinión pública
(cuentas, hipotecas, propiedades, ganancias, conducta personal, vida privada...) a cambio de nada.
Se
les exige que tengan criterios propios y que no se plieguen disciplina de voto.
Pero cuando hay divergencias internas se penalizan en las urnas porque “es un
guirigay”.
Se
les exige que solventen los problemas generales pero son castigados
electoralmente por quienes no ven resueltos sus problemas particulares.
3. La
secuencia de contradicciones puede alargarse mucho más. Es indispensable
recuperar la conexión de la ciudadanía con los políticos, pero habrá de ser
desde nuevas bases de comportamiento de unos y otros. Si eso no ocurre,
estaremos ante unas relaciones de arquitectura imposible, que irán a peor y crearán
frustración continua. En cualquier caso, las sociedades democráticas tiene los políticos que
han elegido, no otros.
MUY BUENO
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