Foto de Renée Maltête |
1. Mucho más allá de
los recortes de servicios públicos y de la amputación de los derechos
ciudadanos, la mayor calamidad social provocada por el ciclón neoliberal es la
inoculación lenta pero constante de un discurso que envenena a la ciudadanía:
lo que no aporta beneficios económicos es malo y hay que borrarlo de la faz de
la Tierra. En la hoguera de lo inútil que debe arder han puesto a jubilados,
amas de casa, parados, la filosofía, la cultura, la educación en Humanidades,
los museos, la investigación histórica.... todo aquello que no sirve porque no
genera dinero y que, según su cruel falacia, “no nos lo podemos pagar”.
2. Un recomendable
manifiesto de Nuccio Ordine de recomendada lectura – “La utilidad de lo inútil” (Acantilado Bolsillo) – pone el dedo en la
llaga cuando asegura que los intereses de progreso ciudadano han sido evacuados
del escenario europeo, donde ya solo aparecen deudores y acreedores “que
reclaman implacablemente, como Shylock en El mercader de Venecia, la libra de
carne viva de quien no puede restituir la deuda”. La conclusión es que hoy
tiene más valor una llave inglesa que una sinfonía.
3. Es exactamente el
discurso que emite la cadena Merkel, Rajoy, Bauzá. El presidente balear se
enorgullece de haber eliminado la grasa de la Administración, es decir, haber
despedido tres mil trabajadores públicos entre docentes y sanitarios. No les ha
bastado imponer sobre las espaldas de los más débiles la penitencia por la lujuria
económica de bancos y fondos de
inversión; ahora su objetivo es
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