1. Cuando el PP se ahoga
entre prospecciones petrolíferas, levanta la cabeza y grita: “¡Todo es culpa del
PSOE!”al tiempo que, con sofismas y manipulaciones, arma un argumentario
fantasmal. Su propósito no es dilucidar la verdad sino sembrar la duda entre el
sector más frágil del electorado socialista. Actúa de igual modo cuando se mancha
las manos con la inmigración en Ceuta, cuando procede a la vergonzosa rebaja de
las pensiones o cuando deja escapar que Felipe González ha hecho una fortuna
con negocios a medias con el Rey de Marruecos. Siempre hay algún votante
socialista, en la franja de los menos sólidos, que se lo traga y se va.
2. En estas cuestiones,
el PP jamás improvisa. Hace algún tiempo se le escapó el truco a su entonces
secretario de comunicación, Gabriel Elorriaga en unas declaraciones al
Financial Times: “Toda nuestra estrategia está en desalentar a los votantes
socialistas. Sabemos que ellos nunca nos votarán. Pero si podemos sembrar suficientes
dudas sobre la economía, la inmigración y las cuestiones nacionales, entonces
quizás se queden en casa”.
3. Y les funciona.
Les funcionó en 1996. Entre broncas de algunos casos de corrupción real y
una multitud inventados, el PSOE se hundió y Aznar gobernó. Les volvió a
funcionar en 2011: bastó con repetir un millón de veces que ZP era el causante
de la crisis económica y del paro, el electorado socialista se retrajo y Rajoy
gobernó ¿Quién es el auténtico enemigo del PP? ¿Dónde está la barricada que
evita el Gobierno del PP? En un PSOE medianamente fuerte. El PP lo sabe y por
eso lo machacan al precio de la mentira y la infamia. Todos los demás partidos
les traen sin cuidado porque por ellos mismos jamás impedirán que gobierne la
derecha.
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