La torre inacabada de un capitalismo salvaje al que, efectivamente, le ha llegado la hora de acostarse y dejarnos un rato en paz |
El acoso y derribo del capitalismo europeo hacia la
España derrochadora ha creado sus propios iconos monstruosos, dignos de
películas de terror. Empezaron los mercados, unos entes pavorosos sin vida ni
rostro conocido, un magma que pretende devorarnos sin que sepamos porqué. Luego
la vino la Prima de Riesgo, un amenazador engendro viviente que crece por
momentos hasta tomar proporciones descomunales. Más tarde aparecieron los
Hombres de Negro, que en este caso no eran Will Smith y Tommy Lee Jones sino una legión de
estrictos robots burócratas cuyo objetivo no era otro que darnos la vuelta a
las entrañas como un calcetín y descubrir nuestras vergüenzas. Finalmente comprobamos
con pavor que nuestro destino está en manos de la Troika, un avieso ser tricéfalo
que, como los dragones medievales, hecha fuego por la boca.
Europa nos ha
mandado todo este bestiario para castigar por irresponsable, manirroto y
calavera al país de la “fiesta y la siesta”, según han acuñado los severos y
austeros calvinistas alemanes.
Pues bien, EL
PAIS sacaba hace unos días el cuento de la torre del euro: un edificio de 185
metros de altura, de hormigón y cristal, en Fráncfort, que albergará a los
contables del Banco Central Europeo. Lo curioso es que a los austeros,
intransigentes y escrupulosos alemanes, el edificio se les ha ido de las manos
y, de momento, los 850 millones de € presupuestados ya han pasado a los 1.200
millones. ¡Un desfase del 42%! Recuerdo que se trata de esos tipos que deben decidir
el precio del dinero de 327 millones de ciudadanos europeos. Y que yo sepa, no
les hemos mandado la Guardia Civil ni la Fiscalía anticorrupción...
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