Como aprieta
el calor veraniego – entre otras cosas – hay que ventilar este blog que a
partir de ahora mismo, plancha, pliega y guarda el análisis político en el
arcón para cuando haga más frío o se considere conveniente.
De entrada,
esta página se ilustrará con comentarios de series televisivas que, hoy por
hoy, es el fenómeno de entretenimiento con más poder de convocatoria y que, con
frecuencia, saja con un fino bisturí lo que ocurre en las vidas de los habitantes
del planeta Tierra.
Se inaugura la temporada con “Shameless” , que viene a ser algo así como “Sinvergüenzas”.
Una comedia/drama de Showtime que presenta a
los Gallagher, una familia de los barrios humildes de Chicago, con un padre al
que le importan un bledo sus seis hijos y cuyo interés esencial es vivir de
subsidios y chutarse con lo que sea, incluida la gasolina o el Calisay. En tal
dulce hogar se practica un cruel egoísmo que, a menudo, debería avisar al
espectador de la emisión de imágenes de gran impacto.
En cada
episodio los Gallagher se hunden en las arenas movedizas de la carencia más
absoluta y la disfuncionalidad. Los desastres se suceden sin cesar en una
montaña rusa en aplicación del principio: “desastre llama a desastre”. Los seis hijos, entre 20 y 2 años, basan su
existencia en evitar las putadas que se ensañan con quienes la vida ha
suspendido por haber nacido en el lugar equivocado. Viven al puñetero día… ¡Qué
digo!... ¡Al puto minuto! Y se defienden como un nido de serpientes cascabel ante el ataque
exterior.
Componen un
fresco de lo que es la vida en el siglo XXI y donde el lenguaje guarro alterna
con escenas sublimes de humanidad protagonizadas por esos nuevos parias de la
Tierra. Los seis jóvenes gestionan el amor
con la misma diligencia que exprimen su mísera economía. Cuando llegan las
facturas de la luz, toda la camada contribuye sacando de sus bolsillos billetes
arrugados pillados aquí y allá.
La serie engancha
porque propone un escenario de una dureza muy poco habitual en tiempos de paz;
viven una vida dura durísima que ocuparía el primer lugar en la escala de la
dureza, detrás del diamante, el corindón y el topacio. La careta de entrada es
ya toda una propuesta.
Jurassic
Parc demostró que la vida se abre camino en las condiciones más adversas, pero
los Gallagher se la abren a machetazo limpio, con la garantía de que, con tanta
agitación siempre se suele cortar la cabeza de alguien. Eso sí, sin querer.
A resaltar
la gran interpretación de William Macy como papá Callagher y de Joan Cusack
como una vecina, ama de casa depresivo-compulsiva, en descarnada lucha contra
la soledad, una batalla en la que todo vale.
Shameless es
el gran cuadro de la desigualdad expuesto a corazón abierto. Vista la serie
concluimos que quienes hablamos de desigualdad en las Redes, no tenemos ni idea
de lo que hablamos.
Altamente
recomendable.
Una vida chunga para siempre |
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