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martes, 2 de diciembre de 2014

Los vendedores de crecepelo se forran

La gente de medio mundo  - el desarrollado - nacimos bajo el paradigma de que, si te formas y trabajas con seriedad, disfrutarás una estabilidad económica aceptable y tendrás el futuro razonablemente resuelto. A comienzos del siglo XXI ese contrato oculto se ha hecho añicos. Ya nada garantiza nada. Sálvese quien pueda. El problema es que sólo el 1% de la población, los de muy arriba, puede vivir sin preocupaciones de futuro. El resto, toda la gama de clases medias, nos deslizamos por un interminable tobogán del que ignoramos su final pero, de momento, no paramos de bajar. Por no hablar de los de abajo...

Ha estallado el sueño del Estado de Bienestar. Se ha roto el axioma de que cada generación vive mejor que la anterior; sin querer ser cenizo apostaría más bien por lo contrario: el mundo tal como lo hemos conocido ha dejado de existir. La red que hasta ahora protegía a quienes caían del trapecio, se deshila y presenta rotos por donde pasan elefantes.

El ambiente es ideal para los populismos, tanto para los de derechas como para los que dicen no ser de derechas ni de izquierdas. Los vendedores de crecepelo que lucen vistosas coletas se forran porque cada vez hay más calvos que, paradójicamente, no tienen dos dedos de frente. Cosas de la desesperación...

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