California, 1955. Foto de Elliot Erwit, para Magnum |
El mar abierto, el atardecer detrás de las montañas, una pareja fascinada por la belleza del momento y un
coche convertido en un microuniverso amoroso. Con estos elementos, el beso se
da por añadidura.
La verdadera atracción no pierde una pizca de intensidad ni en las
vivencias más sombrías y angustiosas; pero frente a la sublime belleza natural
de un luminoso ocaso marino adquiere una envergadura cósmica.
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