AVISO IMPORTANTE: El
verano es el verano y no importunaré a mis abonados del blog a través del
correo electrónico. Hoy será el último día. Si alguien siente curiosidad
bastará que teclee cuando le venga en gana www.jordibayona.com y aparecerá el blog con la foto del día. Y si no
conecta con la página es que tiene mejores cosas que hacer y yo me alegraré por
él/la.
El principio borgiano del
eterno retorno proporciona tantos encuentros como despedidas. El 14 de agosto
de 1945 Japón se rendía y concluía la II Guerra Mundial. Horas después, la
bomba de la paz y la alegría estallaba en Times Square (NY) y allí estaba la
cámara de Victor Jorgensen para captar el beso entallado de un entusiasmado
marinero a una joven entregada de cuerpo y alma. (imagen superior)
El beso marinero - de
despedida o de reencuentro – es una expresión amorosa que resiste la prueba del
amor en cada puerto. Los besos con sabor a saladina han echado raíces en el
inconsciente colectivo: “Ocurra lo que ocurra, regresaré por el horizonte y tú
estarás allí, esperándome, porque habrás presentido mi llegada”.
Casi siete décadas
después, la marinería norteamericana sigue llegando a puerto y se ha
institucionalizado el beso del reencuentro con su pareja. En esa ocasión (imagen
de abajo), la joven Citlàcic Snell celebra el retorno de su amada, Marissa
Gaeta, oficial recién desembarcada del “US Oak Hill”.
Transcurren los años, se
renuevan las circunstancias, cambia la sociedad, progresa el mundo y los
géneros se entremezclan. El sentimiento, sin embargo, permanece. Algo tiene el
beso...
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