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jueves, 4 de julio de 2013

El beso marinero resiste la prueba del amor en cada puerto


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El principio borgiano del eterno retorno proporciona tantos encuentros como despedidas. El 14 de agosto de 1945 Japón se rendía y concluía la II Guerra Mundial. Horas después, la bomba de la paz y la alegría estallaba en Times Square (NY) y allí estaba la cámara de Victor Jorgensen para captar el beso entallado de un entusiasmado marinero a una joven entregada de cuerpo y alma. (imagen superior)

El beso marinero - de despedida o de reencuentro – es una expresión amorosa que resiste la prueba del amor en cada puerto. Los besos con sabor a saladina han echado raíces en el inconsciente colectivo: “Ocurra lo que ocurra, regresaré por el horizonte y tú estarás allí, esperándome, porque habrás presentido mi llegada”.

Casi siete décadas después, la marinería norteamericana sigue llegando a puerto y se ha institucionalizado el beso del reencuentro con su pareja. En esa ocasión (imagen de abajo), la joven Citlàcic Snell celebra el retorno de su amada, Marissa Gaeta, oficial recién desembarcada del “US Oak Hill”.

Transcurren los años, se renuevan las circunstancias, cambia la sociedad, progresa el mundo y los géneros se entremezclan. El sentimiento, sin embargo, permanece. Algo tiene el beso...


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