En Argentina me
impresionó, hace unos años, una frase muy habitual entre la mayoría de los
jubilados: “O comemos o tomamos remedios”. La pensión no les daba para comprar
medicamentos a menos que renunciaran a sus primeras necesidades vitales como el
comer. Al menos en ese ámbito, España ya es Argentina. Cifras de hoy mismo: por
falta de recursos económicos, más de un 17% de jubilados han dejado de tomar
medicamentos que antes se administraban porque estaban en la cartera de la Seguridad Social.
La crueldad de las
políticas de austeridad y recortes, que se ceban entre las franjas más frágiles
de la sociedad, borran los progresos sociales obtenidos en las últimas décadas.
De momento ya nos sitúan en tiempos del dicho: “Cuando un pobre come merluza,
uno de los dos está malo”. Hasta ahora el enfermo pobre tenía una preocupación,
ahora tiene dos.
A todo eso estoy seguro
que no tardará mucho en salir alguna figura del PP argumentando que, gracias a
su gestión, han ahorrado muchos millones de euros en la Seguridad Social. Y yo
me preguntaré que si el déficit no para de subir... ¿Para quién se ahorra?
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