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lunes, 25 de febrero de 2013

La marcada sinuosidad de la verdad.




Las sinuosidades se adueñan de gran parte de comportamientos sociales y hasta de la propia verdad. Vivo en un país donde la joya de los relatos populares sustituye al tradicional y afirmativo “érase una vez...” por el impreciso “això era i no era...”. Bárcenas ha dejado de existir después de que Merlín Rajoy lo haya convertido en un fantasma invisible e innombrable.

Tan incorpóreo es el tesorero del PP durante más de 20 años que, a pesar de sus sólidas acusaciones de 22 kilos (€), la justicia no se atreve a meterle mano. Por mucho menos hemos visto registros de madrugada, detenciones y retiradas de pasaporte pero en este caso solo hemos visto furgonetas de destrucción de documentos saliendo de la sede del PP.

¿Quizás será hoy, en la nueva comparecencia ante el juez? Nadie lo sabe, porque todo es y no es. Así nos lo han  hecho creer: metiéndonos en un mundo sinuoso de verdad y de mentira.

Un alto profesional me comentaba, escandalizado, que había pillado a un consejero del Gobierno balear mintiendo descaradamente en una sesión  parlamentaria sobre un tema fácilmente comprobable. "¿Y en ese caso qué ocurre?", me preguntó.  Pues absolutamente nada, porque la verdad, en ciertas bocas, es sinuosa.

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