Con el Partido Socialista en el diván, son legión los psicoanalistas
(excepcionalmente no argentinos) que le aconsejan: políticos propios y ajenos,
tertulianos, columnistas y hasta calumnistas. Todo el mundo tiene el bálsamo
curativo, el crecepelo para recuperar la credibilidad perdida. Lo curioso es
como se va llenando el cesto de los lugares comunes. Dos se llevan la palma.
1. Participación y
trasparencia. ¡Cómo no! ¡Imaginemos que alguien propone lo contrario...!
2. Recuperar el
contacto con la ciudadanía. Perfecto. Ya
sólo falta decir cómo. ¿Convocando más reuniones con las asociaciones de
vecinos y del 15M?
Sobran aportaciones que no van más allá del enunciado. En sus memorias, Henry Kissinger decía que habitualmente la importancia de
las decisiones a tomar y la calidad de las propuestas de los asesores eran
proporcionalmente inversas. Me temo que sigue vigente.
En esos casos, en Menorca se sostiene irónicamente que: “l’operació ha anat molt bé, però
sa madona és morta”.
No será fácil dar con brújulas fiables.
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