Pillo por la Red un curioso producto a la venta: cápsulas de
purpurina que no tienen otro objeto que decorar – ustedes me perdonen – la mierda
que evacua la persona que las ingiere. Siendo el uso de las lentejuelas puramente ornamental, lo lógico es que el producto decorado sea exhibido a la espera de las correspondientes valoraciones y eventuales halagos. Ignoro si van dirigidas a niños o a
mayores, aunque no me decido a certificar qué es peor.
La metáfora de la mierda revestida de purpurina es antigua y
ha sido aplicada a la descripción de numerosas situaciones; la novedad estriba
en que se ha abandonado la sutileza metafórica para proceder al pestífero (en
este caso) sentido estricto.
No debe ser casualidad que en un país tan intuitivo como el
nuestro un innovador haya optado por la producción de tales cápsulas. Algo debe
avecinarse. Seguro que tiene que ver con Rajoy, que prepara una gran operación
a gran escala con el brillante adorno de la economía española, los grandes resultados
de la reforma laboral, el descenso del número de parados, la mejora de los servicios
públicos y el esplendoroso porvenir que
nos espera si el PP sigue gobernando. En realidad, mierda real cubierta con resplandeciente purpurina. Nada es casualidad.
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