Foto de Cartier-Bresson. Palermo 1971 |
En toda España desciende el abandono prematuro escolar. Parece
una buena noticia y, como siempre, el torero Wert saca pecho y asegura que todo
se debe a su pericia personal. La realidad es que, al desaparecer las
oportunidades laborales, los jóvenes permanecen en los centros educativos
porque no tienen dónde ir.
Sin embargo, en Balears, el abandono escolar aumenta, está
10 puntos por encima de la media. Ese auténtico drama social, el golpe más duro
que puede sufrir un país, podría tener una presunta lectura positiva: los
jóvenes encuentran trabajo. Pero ni eso. Cualquier comunidad de servicios
turísticos suele tener más oportunidades de trabajo que las industriales,
aunque son ocupaciones de baja calidad y sin necesidad de formación; mano de obra
barata.
En Balears este tipo de oportunidades laborales han
conformado una nueva clase trabajadora juvenil: el lumpenprecariado, es decir contratos de
dos horas semanales que se convierten en más de ocho, horas extras sin retribuir, formación inexistente y
nula perspectiva de futuro. El caso está en que si con esa ocupación el joven
puede llevar a casa 180 euros al mes, es una inestimable ayuda para la economía
familiar, enseñoreada por la crueldad del paro.
Nos instalamos en una economía laboral de camareros sin
formación, a tiempo parcial y con contratos leoninos. Mientras tanto, los
investigadores y los jóvenes formados emigran por falta de oportunidades. Pero no hay que preocuparse porque la economía, según Rajoy y Bauzá, va como un
tiro.
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