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martes, 27 de enero de 2015

El lumpenprecariado juvenil

Foto de Cartier-Bresson. Palermo 1971

En toda España desciende el abandono prematuro escolar. Parece una buena noticia y, como siempre, el torero Wert saca pecho y asegura que todo se debe a su pericia personal. La realidad es que, al desaparecer las oportunidades laborales, los jóvenes permanecen en los centros educativos porque no tienen dónde ir.

Sin embargo, en Balears, el abandono escolar aumenta, está 10 puntos por encima de la media. Ese auténtico drama social, el golpe más duro que puede sufrir un país, podría tener una presunta lectura positiva: los jóvenes encuentran trabajo. Pero ni eso. Cualquier comunidad de servicios turísticos suele tener más oportunidades de trabajo que las industriales, aunque son ocupaciones de baja calidad y sin necesidad de formación; mano de obra barata.

En Balears este tipo de oportunidades laborales han conformado una nueva clase trabajadora juvenil: el lumpenprecariado, es decir contratos de dos horas semanales que se convierten en más de ocho,  horas extras sin retribuir, formación inexistente y nula perspectiva de futuro. El caso está en que si con esa ocupación el joven puede llevar a casa 180 euros al mes, es una inestimable ayuda para la economía familiar, enseñoreada por la crueldad del paro.

Nos instalamos en una economía laboral de camareros sin formación, a tiempo parcial y con contratos leoninos. Mientras tanto, los investigadores y los jóvenes formados emigran por falta de oportunidades. Pero no hay que preocuparse porque la economía, según Rajoy y Bauzá, va como un tiro.


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