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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Es la útima vez que escribo de...

Foto de Bedrfich Grunzweig. New York, 1959
Esta es la última vez que escribo de Podemos (y de Pablo Iglesias (PI), que es lo mismo), al menos antes de las elecciones. Me niego a participar en ese juego de la videocracia y la viralidad que tan bien dominan y con el que han conseguido que cualquier ventosidad que emana de su culo se convierta en noticia con cientos de comentarios favorables y TTs.

PI está a punto de perder – de hecho creo que ya la ha perdido – su oportunidad histórica para participar en el cambio de timón que la democracia del siglo XXI requiere. Su aparente aportación inicial era la de echar un cubo de agua fría sobre las cabezas cansadas y dormidas de un mundo político que precisa renovación a gritos. Ocurre que los avances progresistas – al menos en Europa – se concretan en la capacidad de lograr consensos mayoritarios en torno a una idea pero jamás amenazando a amplios sectores de quienes también perciben, a su manera, la necesidad de cambio. 

La arrogancia jamás fue la argamasa para forjar consensos. Nadie puede decir: “Os voy a echar a todos por vuestra demostrada incapacidad y me voy a poner yo, que tengo la solución para todo”. Y si además de se trata de un grupo de profesores de pico de oro que se hacen con el eslogan de Obama de hace 8 años, succionan el concepto “casta” de Beppe Grillo y se inspiran en el insurreccionismo bolivariano, la oportunidad está definitivamente perdida.

Estratégicamente ya ha marcado su espacio de minoría. Al descalificar la Transición democrática ("Régimen", dice con desdén manipulador), se echa encima a los millones de ciudadanos  que vivieron la ilusión de transformar una dictadura en una democracia sin que mediaran guillotinas y la instauración de un amplio período de democracia, desarrollo y prosperidad. También hubo sus zonas oscuras, claro. Pero en todo caso, tomando la palabra a Felipe González, discutir en 2014 lo que se debía de haber hecho en 1975 es una soberana tontería.

Durante la próxima campaña electoral asistiremos a una operación de maquillaje de PI para dulcificar sus descabelladas propuestas iniciales. Este maestrillo de las tertulias televisadas disimulará sus ascos por la democracia representativa y su amor por las revoluciones populistas al estilo latinoamericano. Pero que nadie se lleve a engaño: su incontinencia verbal lo traicionó cuando soltó lo de “se folla desnudo pero se liga vestido”.

Lástima de oportunidad perdida.

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