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lunes, 17 de noviembre de 2014

Cuando Mallorca era un bosque grúas

¿Alguien recuerda aquel final de siglo cuando Mallorca era un bosque de grúas? Algunos albañiles ganaban 3.000 euros mensuales, los jóvenes abandonaban en la cuneta los estudios para tomar la pala, los precios del inmobiliario registraban subidas anuales de dos dígitos,  el río las hipotecas fluía bravo y potente, éramos la primera región en renta per cápita, el crecimiento del PIB de la construcción aumentaba a niveles chinos y competíamos en compra de vehículos de lujo. Quienes no emprendíamos negocios inmobiliarios éramos tontos del culo. Y mientras la economía privada iba como un tiro, Matas impulsaba la pública como un cañón: obras faraónicas con sobrecostes estratosféricos…

Algunos, pocos, intuíamos que el festín era insostenible, que tenía fecha de caducidad y que al explotar nos salpicaría a todos. Ante la invasión de empresas ajenas a Mallorca, algunos, pocos, defendíamos que venían a esquilmar el país, que después de haber exprimido la última gota se largarían con el saco de beneficios y nos dejarían los problemas…

Hoy ya sabemos la magnitud de la tragedia de los años de oro falso: un 40% de la población sufre graves dificultades económicas y sociales (paro, hipotecas impagadas, desahucios…) y otro 30% se sitúa directamente en la pobreza y el hambre. Solo 3 de cada 10 personas desarrollan una vida integrada. Las primeras fotos de personas hurgando contenedores de basura llamaron la atención, hoy pasan desapercibidas ante su proliferación. Me pregunto si con este episodio habremos aprendido algo… O quizás ya no importa...

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