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jueves, 17 de julio de 2014

Pactar y no pactar; esa es la cuestión

Foto de W.C. Rauhauser
1. ¿Es el pacto político un concepto positivo tanto desde la perspectiva ética como de la estratégica? La sociedad española no tiene respuesta clara. En los sondeos del CIS una mayoría cercana al 80% dice abominar de la política de enfrentamientos y aboga por un pacto entre partidos para superar conjunta y sólidamente los problemas de la ciudadanía. Pero cinco minutos después, cuando se produce un atisbo de pacto, estallan mil rayos y se escuchan pitos y palmas de tongo. Así están las cosas.
2. Por poner un ejemplo, todos deseamos un pacto global en el sistema educativo más allá de que gobierne uno u otro partido, pero nos rasgamos las vestiduras si nuestra fuerza política cede terreno ante el contrario. Como si fuera posible un pacto entre dos posturas antagónicas sin concesiones por ambos lados… No parece que seamos un país dispuesto al acuerdo.
3. Pero lo cierto es que el futuro político deberá escribirse con la palabra pacto de un modo u otro, con unos u otros protagonistas. Urge, sobre todo en la geografía de la izquierda, encontrar una respuesta solvente y útil al uso de los pactos. La derecha española no los necesita; como es una cuestión crucial , la tienen resuelta desde hace décadas.

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