Unas arcadas del siglo XIII, convertidas en chupano. |
1. Tras el
espejo reluciente de la proliferación de terrazas de bares, iniciativa de la
que el gobierno municipal de Palma se muestra sobradamente satisfecho y los
vecinos están que trinan, el centro histórico de la ciudad ha quedado
paralizado en el tiempo. El gran empuje de renovación de los ochenta y noventa,
arropado por los fondos europeos, se ha detenido. Lo que quedaba entonces por
hacer, lo está todavía hoy.
2. Palacios
en ruinas, casas apuntaladas o a medio derruir, suciedad, ruidos nocturnos –
comenzando por la alegría borracheril de pasada la medianoche en la zona de
ocio y acabando por los artilugios monstruosos de Emaya a partir de la
madrugada - desajustes sociales de todo tipo: sociales, educativos, urbanísticos,
de servicios… El Ayuntamiento se encarga de poner el fardo en la media docena
de calles principales; el resto, que se las arreglen como puedan.
3. La
primera cara de Palma necesita una intervención urgente; el vecindario lo
reclama. Las propias oportunidades económicas, también. Los problemas no se resuelven
multiplicando los permisos de bares nocturnos con terraza. Es preciso un plan de
enfoque global y uno de actuaciones concretas. Una ciudad puede mirarse desde
muchas perspectivas, pero la del bienestar de los vecinos debe ser la prioridad
número uno y ahora no lo es.
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