Ante las dificultades la nueva derecha es tan inútil y patética como la de siempre. Jamás podrán sacar el país adelante |
Aunque no
compartiera fines, objetivos ni ideología siempre creí que el PP era un partido
de sólidos montajes estratégicos y eficaces políticas de comunicación. Me
desdigo. Todo era un bluf aprovechando el clima favorable. Diez meses de
Gobierno ha bastado para ver en escena un presidente escondido detrás de la
cortina de su despacho, mudo, agobiado y patán en las relaciones exteriores; y
unos ministros noqueados, que se contradicen los unos con los otros y van a los
toros cuando arden tres parques nacionales.
En
Baleares los gobernantes celebran una buena noticia: han enviado al paro a más
de 2.000 trabajadores de la Administración. Insólito. ¿Celebran también el recorte de
todos los servicios sanitarios y educativos que ello ha supuesto?
Y
mientras tanto, la ciudadanía hundiéndose cada día un poco más. Sospecho que realmente
se creyeron que todo era culpa de Zapatero y que, reemplazándolo, se superarían
los problemas. Lo de la herencia recibida ya se acaba y sus recetas económicas
les estallan en las manos. Se les acabó la baraka y, lo que es peor, la
confianza de la mayoría de ciudadanos a los que consiguieron engañar. La
nueva derecha española es como la de siempre: rancia, inútil y autoritaria.
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