El monumento de Sa Feixina, en Palma, se ha convertido en
una destiladora de imágenes sociales.
1. Hemos visto a los salvadores – así se
autodenominaron en su pancarta - del PP balear. A la cabeza, Bauzá y Rodríguez,
con quienes mi imaginación me jugó una mala pasada porque los visualicé, con
camisa azul y correajes, repartiendo leña. Lo siento y pido excusas.
2. Han aparecido amigos y compañeros como Paco Ferrer, que
sufrió en carnes propias la crueldad de quienes ganaron la guerra civil, los
mismos que erigieron el monumento. Su sentencia, emotiva y expresada con
gracejo andaluz, le sale del corazón: “Quien quiera conservarlo, que se lo
lleve a su casa”.
3. Otros, con ímpetu juvenil, comparten en
las redes sociales el No-Do de la inauguración del monumento con los capitostes
franquistas de bigotillo, a quienes llaman de todo menos guapos. Por supuesto
exigen la demolición del monumento, con
dinamita a poder ser, como en los buenos tiempos.
4. Han llegado incluso imágenes de fuera, como la de la Cruz de
Ondárroa (Vizcaya), erigida “a la memoria de los hijos de Ondárroa, que
heroicamente dieron su vida por Dios y por España en el crucero Baleares”. Fue
desprovista de leyendas y símbolos y ahora nadie exige su demolición; forma parte de
un bello paisaje costero de la ciudad. Ondárroa, para aclarar, está gobernada
por BILDU. Repito, por BILDU.
5. Tres sabios arquitectos (Carlos García Delgado, Pere Nicolau
y Pere Rebassa), publicaron ayer un artículo en Diario de Mallorca que viene a
decir que la demolición de un monumento no puede obedecer a criterios
ideológicos sino a sus características arquitectónicas. Cuando se ha hecho lo
contrario (con las muchas mezquitas y sinagogas que había en Palma, sin ir más
lejos), los resultados han sido lamentables. Defienden la calidad del monumento
del prestigioso arquitecto Francesc Roca y relacionan la configuración de la obra con los
rascacielos de Nueva York, de aquella misma época. Diagnostican que, de demolerlo,
no tardarán las lamentaciones. Racionalidad pura.
6. En el recuerdo cercano aparece la imagen del acuerdo municipal de 2010, con un gobierno progresista en Palma presidido por Aina Calvo, en que se acordó por unanimidad eliminar los elementos de exaltación del régimen franquista y substituirlos por una leyenda que define el monumento como "el símbolo de la voluntad democrática de no olvidar los horrores de las guerras y las dictaduras".
7. Añado otra imagen: en el París
de 1889 hubo un encendido debate ciudadano
con una torre de hierro de 300 metros de alto erigida por Eiffel para la
Exposición Universal. De haber ganado los demoledores, no me imagino cuál sería
hoy el símbolo de la ciudad.
En caso de duda, la medicina desaconseja la amputación, siempre que no peligre la vida del enfermo. Es el caso de Palma, que no se siente amenazada por este inmóvil vecino de piedra de Sa Feixina, rodeado cada día por ciudadanos preocupados por el paro, llegar a final de mes, la enfermedad de la madre, el hijo que se emperra en dejar los estudios, el novio punky de la hija o el estado de forma de Cristiano para la final.
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