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miércoles, 10 de febrero de 2016

Memorias de Senegal (1): "¡Equale, equale!"


Este señor tan serio con quien aparezco en la foto es un senegalés que recogí en autostop cerca de Ndande en dirección a Thiés. No sé cómo, pero enseguida descubrimos que éramos coetáneos y que habíamos nacido con pocos días de diferencia, circunstancia que celebró con entusiasmo estrechándome la mano repetidamente. También coincidimos en haber emigrado al extranjero desde muy jóvenes; él a Italia, yo a Francia, aunque luego, tras unos años, regresamos a nuestros países. Tanta sincronía lo excitó tanto que vio intervención divina en nuestro encuentro casual. No cesaba de repetir en un macarrónico italiano “siamo equale. Nero, bianco, equale”.

Le comenté en francés que, efectivamente, solo nos distinguía algo tan sutil como la epidermis; nuestros corazones, nuestra sangre, nuestros órganos vitales... eran exactamente iguales. La consideración aumentó su contagioso entusiasmo y apasionamiento. Nos dimos la mano mil veces. “Equale, equale...”. Parecía haber descubierto América.

Cuando llegó a su destino le propuse hacernos una foto de recuerdo. Y entonces, ante la cámara, puso esta cara de alpargata. Luego recuperó la sonrisa y nos estuvo despìdiendo con la mano hasta que lo perdimos de vista. Amigos para siempre.




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