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lunes, 2 de diciembre de 2013

Ha nacido la nueva estrella laboral: el trabajador eventual disponible 100%

En cualquier circunstancia, el trabajador/a, siempre
disponible y sonriente, día y noche, invierno y verano
Foto de Wallter Lindlar (Wieswaden 1959)
Me enseñaron que la empresa se apoyaba en dos grandes pilares: el capital y el trabajo. Ahora ya solo lo hace en uno; el trabajo ha sido expulsado. Empresario y trabajador estaban unidos por un contrato laboral y social que podía ser leonino, pero era un contrato. Un trabajador podía estar en las peores condiciones, pero formaba parte de la empresa y a sus instalaciones acudía cada día. Eso ya es pasado.

Presencio de cerca una de las novedades del museo de los horrores laboral: un recepcionista de hotel es despedido pero la empresa le aseguran que solicitarán sus servicios con cierta frecuencia si adopta la condición de trabajador autónomo. Ahora trabaja un 80% de las horas y sus ingresos son de un 40%. Y no sabe si mañana lo llamarán para trabajar. Se ha instalado en la angustia.

El caso no es una excepción. Hoy la empresa se sustenta con el capital y se desarrolla, según sus necesidades, con los servicios eventuales del trabajador externo disponible las 24 horas. Es la versión contemporánea de los braceros del campo que acudían de madrugada a la plaza para que el capataz del amo contratara para la jornada a quien le viniera en gana, sin ningún compromiso. Es uno de los retratos de la España moderna que están forjando a martillazos con la Reforma Laboral y la poco discreta satisfacción del empresariado.
 

 

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