Vaya por delante mi respeto a familiares y
allegados de Rita Barberá, cuya muerte siento como la de cualquier otra persona que no conozco porque todo
fallecimiento es un fracaso de la vida. Al margen de ello, es curiosa la polémica sobre reconocimientos institucionales a persones fallecidas
y cuya honorabilidad ha sido puesta en entredicho.
El rifirrafe en el
Congreso por la negativa de Podemos a participar en un minuto de silencio tiene
su enjundia. A mi entender, solo debe producirse este tipo de homenajes colectivos
si hay unanimidad. De lo contrario parece mejor dejar al ámbito privado todo tipo de expresión
de dolor por la muerte de una persona que a su vez es personaje público.
Personalmente, y
respetando otras opiniones en ese campo tan cenagoso - me chirría que se rinda el mismo tipo de homenaje a
una víctima de la violencia doméstica que a Rita Barberá quien en política
representó el populismo marrullero en un entorno generalizado de zafiedad (el "caloret…") y la corrupción. Y que nadie me argumente que ganó elecciones durante
más de dos décadas porque, muy a mi pesar, me veré obligado a refrescarle que
el ascenso de Hitler al poder se produjo por un mayoritario apoyo democrático.
La pregunta es: ¿Lava la
muerte el pecado de la misma forma que el PP cree que una victoria electoral
redime la corrupción? La respuesta es NO. Y es NO incluso si se sigue el
precepto de la doctrina católica, tan cercano a una gran parte de la derecha
española. Mueres en pecado mortal y te vas derecho al infierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.