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viernes, 16 de septiembre de 2016

El termómetro de medir saturación turística en Palma

Un tren "saturado" en India
¿Padece Palma de saturación turística? Depende. Siento ser de la minoritaria Secta de los Matices en una sociedad del blanco o negro, pero lo indiscutible es que algunas arterias de la Palma antigua están claramente saturadas y las calles de son Gotleu o Son Rapinya, por poner un ejemplo, no lo están en absoluto.

¿Cómo sabemos que llegamos al nivel de saturación? La capacidad de carga demográfica parece un buen indicador. Cuando en una casa preparada para 4 personas viven 8, la saturación se hace patente. En las cifras de Balears  (no tengo las de Palma) se 1111111acercan peligrosamente el número de residentes y de visitantes durante los meses punta, con cerca de los dos millones de personas. No es necesario describir la presión que eso significa sobre infraestructuras básicas (saneamiento, agua, energía, comunicaciones...) porque es evidente que ya hay varias costuras a punto de reventar.

Otro signo de saturación es la opinión del propio turista. Hace décadas quedé impresionado por Sant Gemignano, preciosa ciudad medieval de la Toscana. Volví recientemente y juré que no volvería a poner el pie. Se había convertido en parque temático: calles atiborradas, tiendas de falsos recuerdos para turistas, terrazas con mal servicio y a precios siderales y hasta desfile de caballeros medievales al más puro estilo Disneylandia. Cuando sea el propio turista de Baleares quien, como yo en la Toscana, jure no volver a poner el pie, habremos llegado a una saturación irreversible. Las encuestas de satisfacción no auguran nada nuevo.

En cualquier caso, todo es tan volátil que, si mañana se recupera Turquía, si Túnez vuelve por sus fueros y se apacigua la situación general en el norte de África, volverá el canguelo y rezaremos novenas para que vengan turistas. Hablamos de saturación y no de consistencia de nuestro negocio para afrontar el futuro. Siempre nos ha sido más fácil estrujar la temporada hasta la última gota, sin miramientos, como si fuera la última.



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