Patxi López pide calma a unos parlamentarios encrespados |
Es muy sencillo. Una gran parte de los votantes han querido
disminuir el bipartidismo en España y ampliar el espectro a cuatro partidos
como mínimo. Ignoro las causas y me temo que, en caso de saberlas, discreparía
de ellas. Pero es obvio que estos votantes han actuado
de buena fe creyendo que la inclusión de sangre política nueva revitalizaría el
país y que cada uno cedería para lograr un acuerdo de
Gobierno estable.
Pero una cosa son deseos y otra realidades. Hoy por hoy, el
panorama es el siguiente: Tres de los cuatro partidos principales coinciden en un
denominador común: desalojar al PP del gobierno. Las frías y tozudas cifras
indican que solo con la unión de los tres puede lograrse (PSOE, Podemos y C’s sumarían alrededor
de 200 diputados). Pero eso no se ha producido porque Podemos
se niega a entrar en el trío y propone otros acuerdos de aritmética imposible.
¿En qué pensarían los electores anti-bipartidistas cuando
depusieron su voto? ¿Quizás en que se organizaría un maremágnum que conduciría
a nuevas elecciones? Radicalmente no. Fueron mucho más ingenuos: pensaban en un
acuerdo para un gobierno con varias sensibilidades, sólido y eficaz. Me sorprende que ignoraran que viven
en un país donde alimenta más una sonora bronca que una buena cena. En todo
caso, los partidos no pueden traspasar el problema a la ciudadanía con nuevas elecciones.
Los electores ya hemos votado, ahora que inventen ellos.
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