Suelo ser un
mal entrevistado porque sufro el "síndrome del momento de cerrar la puerta"; es
decir, las mejores respuestas se me ocurren después de que cierro la
puerta del lugar donde he sido entrevistado y me voy. En uno de esos trances (Pere
Cerón, SER Baleares) me preguntaron mi opinión sobre la nueva política. En el
blog disimulo balbuceos y anoto lo elemental.
Los
publicistas americanos de los años sesenta (los Mad men) inventaron el adjetivo
NUEVO para relanzar productos tradicionales. Yogures y detergentes eran las
estrellas: el NEW Danone o el NEW ACE, que eran en un 99,9% el producto de
siempre pero, con una discutible y mínima innovación, aparecían como artículos nuevos que había
que comprar. La llamada NUEVA política es un producto similar.
La palabra NUEVO
no tiene el menor valor cualitativo sino solo temporal. Por otra parte,
supone hoy una elección perdedora porque, al ritmo de las transformaciones, lo
nuevo se convertirá mañana en viejo, a veces incluso el mismo día. Prefiero otros calificativos aplicados a la política: ÚTIL, SERIA, RESPONSABLE, FIABLE,
COMPARTIDA, LEAL, PUNTERA, CERCANA… pero NUEVA, desde luego, no.
No quiero
aprovecharme de la actualidad y las negociaciones para formar gobierno pero, francamente, no puedo otorgar mejor nota a lo nuevo sobre lo no tan nuevo.
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