Foto de Robert Capa (1936). Niño "miliciano" con boina de los Batallones de Acero de la Unión de Hermanos Proletarios (milicia anarquista), |
2. Del mismo modo que la bonanza económica es la mejor
anestesia de las inquietudes sociales, la crisis ha estresado a gran parte de
los ciudadanos; algo así como la fatiga crónica pero en la vertiente social.
Esta ciudadanía, proyectada hacia la crueldad de la incertidumbre y la
desesperación en muchos casos, necesita gestos, precisa puntos de referencia,
esperanzas a las que agarrarse. El referéndum, no les arreglaría nada, pero
actuaría de fármaco desestresante que palia el sufrimiento. Ya se sabe: no
podemos evitar las desgracias pero sí la desesperación que provocan y que
empeora la circunstancia.
3. De verme obligado a apostar, lo haría a que este referéndum
tendrá lugar a medio plazo. Cada día toma mayor cuerpo que las elecciones de
finales de 2015 abrirán una legislatura constituyente en la que se producirá
una reforma de gran calado de la Constitución para dar cabida a este y a otros ámbitos,
como el territorial y el social, con el fin de apagar la mecha de la bomba. Si
la generación de la Transición supo apagar la de un explosivo mucho más
violento, la actual no debería tener problemas para hacerlo desde un formato de
acuerdo básico, que pueda durar otros treinta años.
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