Es curioso.
Los hoteleros de Balears pueden tener cientos de miles de plazas turísticas en
sus establecimientos (deben estar en torno a las 300.000). A los ciudadanos,
sin embargo, se les persigue cuando en una casa de su propiedad ofrecen 2
plazas con las que aumentar sus ingresos, a menudo insuficientes. La Ley de alquileres
turísticos machacará a cualquier ciudadano que quiera – en muchos casos le es
imprescindible para sobrevivir – convertirse en micro-hotelero. Aquí, hoteleros solo hay unos.
En el Govern
han tenido la posibilidad de regular el alquiler vacacional en pisos para que
todos paguen los impuestos y tasas que correspondan sin especulación, pero han
preferido maltratar y demonizar a los propietarios de pisos que son, en gran mayoría, gente de
la triturada clase media. Se les adjudica públicamente la culpa de los excesos
turísticos.
Hoteleros y
cruceros inundan el centro de Palma con millones de sus clientes. Los vecinos
sufren la avalancha de agobio y ruidos con resignación. Se han multiplicado las
terrazas de oferta pésima y precio de turista en los espacios públicos
ciudadanos. Pero si un ciudadano quiere alojar a dos de estos turistas y
ganarse un plus a sus magros ingresos, se le sataniza y se le complica la vida.
Sin ningún
problema se puede instalar un bar con terraza en los bajos de un edificio. No
se precisa autorización de la comunidad de propietarios. Ruido y molestia para
los vecinos hasta pasadas las 2 de la madrugada. Pero ninguno de estos mismos vecinos
puede alquilar su piso a un par de turistas.
En las Islas
cuando se habla del “Sector” todos saben de quién se habla. No me extrañaría
que acabaran llamándoles “Il Settore”…
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