Las
celebraciones en Balears por las buenas temporadas turísticas - recientes y,
previsiblemente futuras - tienen un cuarto oscuro en el sótano. Allí se
encuentran las 25.000 familias en desempleo y sin ninguna prestación, cifras de
registro oficial que, como es lógico, la realidad se encarga de aumentar. En
ese cuarto oscuro solo llegan ecos de la música del baile de las plantas
superiores.
Los
sindicatos han destacado que a pesar de que la temporada se ha alargado, los
contratos de trabajo se han acortado. Es el modus
operandi de gran parte del empresariado del sector, que se sabe de
carrerilla el articulado de la Reforma Laboral del PP. De ahí los miles de
familias sin ningún tipo de ayuda desde que les cierran la puerta del trabajo en octubre hasta que se la vuelvan a abrir, allá por el mes de abril. No han acumulado los necesarios meses de trabajo para cobrar prestación.
Como
siempre, los beneficios se reparten de arriba abajo y disminuyen a medida que
descienden, de modo que la desigualdad es todavía mayor. Nunca fue tan verdad
que un país de ricos no es un país rico. Una encuesta de la Fundación Gadeso
señala que por cada 100 € que gastarán las clases pudientes en las fiestas de
Navidad, las más necesitadas solo gastarán 14 €. Como es lógico siempre que se
habla de estadística, algunos gastarán todavía menos.
Si eso
ocurre en tiempos de bonanza económica no quiero ni pensar qué ocurrirá cuando
vuelvan los nubarrones.
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