La situación política está lo suficiente embarullada para
que nadie pueda prever salidas con solvencia. Sin embargo, ya tenemos dos cosas
claras.
1. Que un líder de “pasapalabra” es lo último que este país
necesita. Rajoy, o afronta con dignidad ser un el partido más votado, o se va a
casa. Que sea gallego no obliga a practicar el gallegueo político. Esa moda de
dar un paso al lado – junto con Mas – da medida del pigmeísmo moral de
algunos líderes. No puede seguir ni un día más leyendo el "Marca" y fumándose un puro en La Moncloa. Hoy mismo debería mudarse.
2. Que Iglesias solo sabe vivir con el salto mortal permanente
y dispuesto a cambiar sus principios con mayor soltura que Grouxo
Marx. Su comportamiento de ayer fue patético. Que tomen nota sus votantes: lo
primero que exige al ofrecer un pacto es la antaño vituperada silla - ser el vicepresidente de la casta socialista - al tiempo que aprovecha para insultarla. Todo sin la menor consulta a las bases podemitas, por supuesto. Está claro
que no quiere ningún pacto con el PSOE sino atornillarlo con la esperanza del soñado
“sorpasso” en unas nuevas elecciones anticipadas. Tomándole la palabra: muchos votantes de Podemos, que lo hicieron de buena voluntad, verán hoy que la solución a sus problemas no pasa por la voracidad personal de Iglesias y de su sanedrín, que han tardado muy poco en convertirse en la "Nueva Casta" y asumir peores modos que la que criticaron.
Hoy no se vislumbra solución clara: solo que hay dos
líderes, Rajoy e Iglesias, que este país no se merece.