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viernes, 12 de junio de 2015

Un paseo por Marivent


No es un problema político sino, me atrevería a decir, de civilización: el manjar más apreciado por el grueso de la población es la superficialidad y el entretenimiento constante con huecas bagatelas sin pies ni cabeza. Las televisiones lo saben y ofrecen a diario horas de carnaza en la programación. Espejitos y abalorios para los indígenas a cambio de oro publicitario. La lectura de libros se desmorona y aumenta la de miles de citas cortas y lapidarias, con foto del supuesto autor, en las redes sociales. El conocimiento riguroso se sustituye por un flujo de información ligera pero constante. Nadie lee “Guerra y paz”; para triunfar basta con explicar alguna anécdota del príncipe Bolkonski publicada en “Muy interesante”.

La política sucumbe también a esas groseras demandas de superficialidad. La acción política ha de ir acompañada del gesto para darle proyección visual, pero la tendencia es que solo se trabaje el gesto. Es el punto fuerte de las nuevas fuerzas emergentes: en las negociaciones para formar el Govern de Balears, esos emergentes han gastado mucha saliva en la necesidad de abrir los jardines de Marivent – decisión adecuada, por otra parte - pero muy poca en la puesta en marcha de políticas activas para la creación de empleo, que hoy es el primer problema social.

El facilismo – por no utilizar otros términos - se aprende pronto. Además, cuenta con el aplauso fácil, no solo de los más desinformados. Y, encima, es electoralmente rentable. Lo tiene todo. La culpa de que tengamos una tasa de paro del 24,5% siempre la tienen otros. Bueno, en realidad no importa porque más gente gozará de tiempo libre para pasear por Marivent.


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