"Duelo a garrotazos”, la intención de Goya en todo su esplendor: medio país contra la otra mitad. Cuando acabas de
observar que una de las partes ha cometido una idiotez de las gordas (el circo
tintinesco de Puigdemont en Bruselas) apenas cinco minutos después constatas
que la otra parte ha cometido una estupidez aún mayor (Fiscalía, que depende
del Gobierno, pide cárcel incondicional). El empate a despropósitos se produce al momento.
Son doctores en creación de conflictos.
Era evidente
que, de un modo u otro, el estrambótico proceso independentista y su echada al
monte acabaría en manos de la Justicia, pero no era previsible que lo hiciera
como título de película de Berlanga.
Será porque
desconozco el Código Penal, pero no llego a comprender que el Tribunal Supremo
haya dejado en libertad “con vigilancia policial” a Carme Forcadell y demás
miembros de la Mesa del Parlament y, dos esquinas más allá, la Audiencia
Nacional haya decretado prisión incondicional para todos los miembros del
destituido Govern catalán. Justicia soft i hard al mismo tiempo.
El temor de
que todo terminara en catástrofe se ha convertido en tosca realidad. No había
que ser muy listo para saber que el señor Murphy acabaría impregnando con su
ley cada paso cada uno de los insensatos pasos de Rajoy y Puigdemont en el
conflicto. Tras una breve pausa en la escalada con la convocatoria de
elecciones autonómicas y la respuesta de participación de todos los partidos
independentistas, todo ha vuelto a estallar. Como ha venido ocurriendo, cada
día es peor que el anterior.
Ya hemos
superado la fase de pugna entre líderes políticos y entramos en la de encabronamiento
de hooligans de un lado y otro. “Ultra Sur” vs. “Boixos nois” quedarán en nada.
El disparate da el paso a la calamidad.
También
hemos salido mal parados quienes nos desgañitamos en el propósito de la
negociación y del seny; pero ambos contendientes sordeaban ante esos
argumentos, iban a lo suyo: hacerse fuertes cada uno en su territorio. Ciudadanos mordía el trasero de Rajoy en
radicalidad y las encuestas han beneficiado al partido de Rivera. El señor del
puro y el Marca se ha desperezado y ahora ataca al grito de “a radical no me gana nadie: cárcel para
todos”.
En Catalunya
el independentismo se robustecerá y ampliará su perímetro de convencidos,
atrayendo a parte del catalanismo
tranquilo que aborrece las estridencias: encarcelar a todo un Gobierno electo, por muy destituido que haya sido, en Europa chirría hasta ensordecer. La fractura social será más profunda y el futuro más
incierto si no más violento.
Un dicho
mallorquín asegura que hay gente que prefiere una buena pelea a una buena
comida. Está a punto de convertirse en una realidad estadística de mayoría. Pagaremos
muy cara la pelea y quedaremos en ayunas. País estúpido de garrotazos. Y vergüenza.
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