Veo que el marcador de mi blog ha superado las 100.000
lecturas. Antes eso era bastante. Allá por 2004, cuando comencé mi primer blog
en Balearweb, contaba las entradas por cientos y hasta por miles cada día; la
lista de comentarios era inacabable. Una docena de años después, mis cifras
actuales son de miseria: cualquier chistoso “echao p’adelante” cuenta a sus
seguidores por millones.
La realidad es que en las redes ya solo triunfan los
mensajes simples y mediocres, que conectan a la primera con la mediocridad
ambiental. Sube como la espuma la información de simpáticas ocurrencias. Al fin
y al cabo, vivimos en un país donde 33 ayuntamientos (del PP) han declarado a
la virgen alcaldesa honoraria.
Las redes sociales son una perfecta herramienta de expresión
para todos. Creemos que participando en ellas somos protagonistas de nuestra
propia película y reclamamos la atención de los demás. El problema es que
escribir en Twitter o Facebook no convierte a los tontos en sabios ni otorga la
razón a los sofistas. Opinamos por encima de nuestras posibilidades.
El resultado es que se pierde la capacidad de tabular
informaciones y formular deducciones, que no es otra cosa que la inteligencia.
Hillary Clinton cae mal en amplios sectores de la población: sabe demasiado, se
expresa con lógica implacable y eso molesta a las nuevas masas que solo se
entretienen con los mediópatas de pacotilla. El único político italiano que
crece en apoyos, Beppe Grillo, acaba de decir: “No soy un líder político, soy
un cómico; un día pienso una cosa y otra la contraria”. No podía desvelar mejor los secretos del
triunfo.
¿Hay que echar la toalla…? Ni mucho menos. Los tiempos
pasados no fueron mejores sino más sencillos. Los cobardes los añoran por eso y
porque son incapaces de afrontar lo complejo. La cuestión es que desmontar los
andamiajes de engañabobos (lo que ahora se llama posverdad o hasta “hechos
alternativos”) es de una complejidad de vicio.
Por lo pronto voy a apearme y desenredarme de las redes
durante un tiempo. No sé si será mucho o poco. A quienes hasta ahora habéis
soportado la expresión de mi vanidad en forma de comentario, gracias.